Páginas

martes, 8 de marzo de 2011

Desigualdades sociales, calidad de vida y salud

Una característica de muchos países desarrollados ha sido el crecimiento de sus desigualdades sociales a causa de políticas que han diluido la cohesión social que caracterizó a la mayoría de países europeos y Estados Unidos durante el periodo que siguió a la Segunda Guerra Mundial.

Ahora, estableciendo un paralelismo semejante, gran parte de los dirigentes de gobiernos podrían decir que "todos somos liberales", porque la situación cambió a partir de los años ochenta.

Las desigualdades aparecen en todas las dimensiones de la sociedad, incluyendo la calidad de vida de sus ciudadanos. Una persona perteneciente al 5% del nivel de renta superior en EE UU vive 20 años más que una persona perteneciente al 5% de renta inferior (un trabajador no cualificado con más de cinco años en paro). En la Unión Europea de los Quince (UE-15) la diferencia es de siete años y en España de 10 años, uno de los diferenciales más altos de la UE-15.

Dentro de cada país, el número de años de vida que una persona vive, parecería depender del nivel de renta que la persona tenga. A mayor renta, más años de vida. Con tal renta la persona puede adquirir los recursos que van desde alimentos saludables a ejercicio físico, educación y otros determinantes de su salud que le permite mayor calidad de vida. Pero tal explicación es insuficiente para explicar las enormes diferencias en mortalidad en la población. Así, un trabajador no cualificado con más de cinco años en paro en Harlem, Nueva York, tiene una mortalidad mayor que una persona de clase media de Bangladesh, el país más pobre del mundo. Si el mundo fuera una sola sociedad, la persona de Harlem pertenecería a la clase media, mientras que la de clase media de Bangladesh sería pobre. Otro ejemplo de que la diferencia en los niveles de renta no explican la mortalidad diferencial entre seres humanos es que el tercio superior de la población de EE UU tiene unos indicadores de salud peores que el tercio inferior de la población con menor renta del Reino Unido, a pesar de que el primer grupo es mucho más rico que el segundo.

Una explicación que se ha dado a este hecho de mortalidad diferencial entre las clases pudientes de EE UU y las clases populares del Reino Unido es que la población estadounidense tiene unos hábitos de vida menos saludables que la población británica; tiene, por ejemplo, una dieta alimentaria peor que la británica. Y el Reino Unido tiene un Servicio Nacional de Salud que garantiza el derecho de acceso a los servicios sanitarios en caso de necesidad, un derecho inexistente en EE UU. ¿Cuál es entonces la razón de esta mortalidad diferencial?

Para responder a esta pregunta hay que constatar que existe un gradiente de salud en todos los países independientemente de su riqueza. Otros factores juegan un papel incluso mayor. Entre ellos está la sensación de poder controlar el trabajo y la vida de uno mismo. Tal sensación determina que a mayor percepción de control de la vida, mayor nivel de salud. En realidad, la renta, la educación, el estatus social y otras variables son instrumentos para alcanzar tal sensación de control. Pero esta sensación que se presenta a nivel de cada persona, depende de cómo tal persona se relacione con otras. A mayor sociabilidad y solidaridad, mejor salud.

El darwinismo social que caracteriza las políticas liberales (en las que cada persona debe competir con otras, valiéndose por ella misma, con escasa protección social) es la mayor causa de patología social, y de escasa calidad de vida y salud para la mayoría de la población. Las políticas públicas thatcherianas, con reducción de las políticas redistributivas, con énfasis en la competitividad y falta de protección social responsables del aumento de la inseguridad laboral y del desempleo, crearon un empeoramiento de la tasa de mortalidad en todas las edades y en la mayoría de la ciudadanía. No sólo se incrementó la mortalidad diferencial entre ricos y pobres, sino entre todas las clases sociales.

De estas realidades se deduce que el abandono de las políticas redistributivas a favor de las políticas antipobreza y antiexclusión social son importantes pero muy insuficientes, porque la mayoría de la población no es pobre ni está excluida y en cambio su potencial de vida queda disminuido con la falta de solidaridad y cohesión social.

Para más información pulse Aquí.

No hay comentarios: