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viernes, 12 de noviembre de 2010

Odio al gitano · EL PAÍS


Unos 500 habitantes rumanos y húngaros de esta aldea en Transilvania, a una treintena de kilómetros de Tirgu Mures, habían olvidado las tensiones entre estas dos comunidades étnicas en el norte de Rumania, para hacer causa común contra la raza que ambas odian por igual, la gitana.
La rápida presencia policial no salvó la vida a los tres miembros de una familia gitana. El hermano de uno de ellos fue quemado vivo dentro de la casa en que se había refugiado.

Otras 13 casas de gitanos ardieron aquel día en Hadareni. La policía y los vecinos impidieron que los bomberos intervinieran. Sus propietarios se refugiaron en los bosques cercanos y tardaron días en volver.
El "pogromo antigitano" estalló al correrse la voz de que varios gitanos habían apuñalado a un joven rumano en una oscura disputa.
Los tres gitanos que murieron después, no ya en una pelea -como hay cientos cada año entre borrachos, estraperlistas o mercaderes en Rumania-, sino linchados con la abierta complicidad de la policía, no despertaban en Gabriela sino asco. "Son gente muy peligrosa y son como una plaga. Son millones".
La alta natalidad de la comunidad gitana es uno de los factores que agudiza los miedos y los odios de la mayoría rumana.


"Como las ratas"
En una población total de Rumania de 23 millones. La inmensa mayoría de los gitanos rumanos vive en unas condiciones atroces, inimaginables para los sectores más marginales en Europa occidental.
Sólo 2 de cada 10 tienen trabajo, el analfabetismo es prácticamente general y ante la casi nula escolarización de sus hijos en la Rumania. En esta situación, muchos recurren al mercado negro, a la mendicidad y a la pequeña delincuencia para sobrevivir.

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Entrada publicada por Nazaret Valverde.

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